Home » La voluntad de un decir

La voluntad de un decir

Gloria González

Se nos ha invitado esta noche a provocar una conversación desde el punto de doctrina que anima nuestra práctica y a hacerlo teniendo como punto de partida una pregunta: ¿puedo elegir mi sexualidad a voluntad? Extraigo entonces los significantes: sexualidad y elegir a voluntad; al hacerlo, indico también un punto de doctrina que orienta mi práctica: leer, extraer aquellos significantes primordiales de un texto, que en la experiencia no es otro que el texto del analizante.

Empiezo por sexualidad. El nombre de nuestras Jornadas es ¿Sexualidad(es)? y en su escritura se destacan un paréntesis que contiene el plural, la indicación de las múltiples vertientes que la sexualidad muestra hoy a cielo abierto….

Que la expresión aparezca entre signos de interrogación, indica también una orientación: no hay la última palabra, la doctrina acabada sobre la sexualidad humana. Si con el axioma de Lacan del inconsciente estructurado como un lenguaje – que se ordena como un sistema de diferencias entre sus elementos – podemos acceder a lo que socialmente representamos de los sexos, es decir, al llamdo “género”, dicha lógica no es suficiente para abordar el espectro de la sexualidad. Hablar de sexualidad (es) es hablar del goce tal y como fue abordado a partir de los años 70 por Lacan, cuando nos hace acceder al amplio campo de lo Uno, donde danza cada uno con su síntoma y sus ficciones fantasmáticas , donde fracasa la organización de la diferencia de los elementos significantes y se impone un nuevo orden del significante, ya sin articulación, sin sentido.


Una nueva lógica se escribe en lo que Lacan organizó como las fórmulas de la sexuación, que divide aguas entre lo masculino y lo femenino, sin que esto último sea sólo asunto de mujeres.

Ahora, elegir ¿bajo qué condiciones? Si la lógica que nos orienta no es la de la articulación significante, la del sentido, sino, la del Uno sin Otro, podríamos decir que nos guiamos más bien por lo sentido, por lo que se vive en el cuerpo de cada quien.


En los textos de la última de enseñanza de Lacan encontramos lo traumático de la sexualidad referido a lalengua, y un desplazamiento del sujeto al parlêtre, un ser particularmente dócil al decir del Otro, por lo que algo de ese decir, y de manera contingente, afecta su cuerpo, algo que escapa a la posibilidad de ser controlado, previsto o impuesto a voluntad. De ese encuentro entre lo que hasta ese momento fue un organismo, y un decir, surge lo que Lacan llamó un acontecimiento. De él verificaremos efectos singulares que se expresan en la manera de vivir y relacionarse, en las elecciones, en el modo de gozar, en el síntoma. Entonces, esa parte del decir que ha tocado el cuerpo deja en este una marca, una escritura que, si bien no deviene de un acto de la voluntad, insiste como si de una inquebrantable voluntad se tratara. Elección forzada entonces, ¿forzada por un sentir sin sentido?