La interrogante por el efecto de formación en el año de la peste me hace pensar en el efecto de peste del psicoanálisis en sí mismo. Peste que se propagó en todo el mundo por medio de las redes, eventos virtuales y diferentes tipos de encuentros.
El confinamiento dio lugar a la invención, y es en este sentido, en el de hacer con lo que se tiene, que hemos podido multiplicar la posibilidad de medios para la formación.
Si pienso en mi experiencia particular, la ubicaría según los tres ejes del psicoanálisis. Por una parte, un ejercicio epistémico riguroso, facilitado por los eventos de formación que la peste facilitó, así como por lo que no pudo realizarse. La suspensión del Congreso de la AMP y de las Jornadas de la Nel nos mostró que hay un límite en lo aparentemente ilimitado de los encuentros virtuales.
En el ámbito de la política, un trabajo concienzudo en torno a los Estatutos de Nel fue de vital importancia en mi experiencia como miembro de una Escuela viva, viviente, que conlleva a un acto. Trabajo que me llevó a ubicar también las expectativas ante los cambios que se producirán.
En cuanto a la clínica ha sido todo un reto. Implicó ubicar la posibilidad del acto analítico desde la no presencia física, un aprender a hacer con lo contingente. También romper con prejuicios asumidos, pero no pasados por la experiencia. Se trata de la sorpresa de lo no calculable, la Tyche, la invención cada vez.
De esta manera podría decir que me dejé infectar por las nuevas formas de la peste del psicoanálisis, no sin resistencias, pero a la vez como una manera de salir de la impotencia impuesta por el mundo de la peste.
María Auxiliadora Rodríguez A.