Cómo ha sido la experiencia de la sede en cuanto a la formación en un año con características tan particulares.
En primer lugar sitúo que la experiencia de la sede, lo es, en tanto experiencia de Escuela, pues entiendo la sede como como lugar para efectuar su orientación. Bajo esta perspectiva la pregunta se abre en dos. Por un lado, las experiencias de formación que la Escuela sujeto haya podido tener durante este año de pandemia y las experiencias de formación que ella haya podido producir. Voy a servirme de la expresión “experiencia”, que remite a algo del orden de lo vivido, de lo sentido, para responder desde mi lugar de miembro de la sede. Extraer experiencias de la contingencia de la “peste”, aspecto que considero central, en tanto no hay automatismo en nuestra formación, y en ella, precisamente esa temporalidad tiene fundamental importancia, pues contiene tanto la dimensión de lo inesperado, de la sorpresa que puede incluso sobrepasar los recursos con los que contamos, como la posibilidad de que algo cese de no escribirse.
En enero del 2020 me encontraba en Barcelona y escuché la noticia de un virus que estaba cobrando vidas en China, lo suficientemente lejos de España y también de Bogotá como para no alarmarse, la vida continuó y a mi regreso en la NEL-Bogotá iniciábamos este año con muchos planes, todo era movimiento y espectativa, pero ese virus lejano tocó a Europa y al mundo entero y nos alcanzó trastornando nuestras vidas, las programaciones, los encuentros presenciales, la atención en los consultorios, la vida familiar. Se nos vino encima de un momento a otro el confinamiento para todos y con él mi primera experiencia, no sin efecto de formación: la soledad.
Efectivamente, el encierro y la consiguiente imposibildad de interacción social puso en primer plano la soledad que nos es propia. Fue necesario darse tiempo para subjetivar el sinsentido, el cambio radical en la existencia, en la cotidianidad, y la inminencia del riesgo. Durante este tiempo la experiencia fue verificar que se trata siempre de una soledad acompañada, unida a nuestros significantes primordiales y al objeto en el que se encarna nuestro programa de goce fundamental. En ese sentido, el año de la peste puede no ser un año negro, quizás para algunos haya constituido la oportunidad de iluminar en algo lo opaco de su goce.
Otro aspecto que resalto es lo que denominaría nuestro no saber sobre las posibilidades y las limitaciones del psicoanálisis, ante lo imposible del encuentro de los cuerpos. Este es quizás el aspecto del que más ecos hemos tenido en todo el ámbito de la AMP, puntos de vista distintos dan cuenta de la tensión entre la responsabilidad de sostener la vigencia de la experiencia analítica y la preocupación por el alcance que esta puede tener, si se lleva a cabo a través de los medios virtuales.
Considero que dicha tensión está articulada a la pregunta alrededor de la cual gravita la experiencia de la Escuela: ¿qué es un analista? y a las preguntas que de ella pueden desprenderse: ¿en qué consiste su presencia? ¿cuál es el alcance de la palabra para incidir sobre un real? ¿cuáles son las condiciones de posibilidad del acto analítico? Estas y muchas otras cuestiones han sido abordadas durante este año.
Prácticas que se daban de hecho han sido puestas en cuestión, al tiempo que, esas mismas prácticas rechazadas tajantemente en otro momento, son hoy en muchos casos la única forma de operar que tenemos. Lo importante aquí, es que todos quienes nos sentimos consernidos por la existencia del psicoanálisis y por la ética de nuestra práctica, hemos tenido que repensarla, fortalecer los lazos de la transferencia de trabajo para volver sobre nuestros principios y para no sucumbir a la soledad y al delirio individual.
Finalmente quiero resaltar que la posibilidad de los encuentros virtuales ha permitido que traspasemos fronteras y que los integrantes de las 7 Escuelas de la AMP nos escuchemos y demos lugar también a las diferencias. Nuestra sede no ha estado al margen de todo este movimiento, en medio del cual, la inscripción legal de la NEL y una nueva forma de funcionamiento han logrado concretarse tras un valioso ejercicio de conversación. Para mí estos y otros aspectos vividos durante este año han constituido valiosas experiencias de formación.
Gloria González